domingo, 9 de enero de 2011
Fragmento de Medea, Euripides.
Enviaré a Jasón uno de mis sirvientes
diciéndole que quiero verle ante mi presencia
y, cuando haya venido, le hablaré con blandura:
que estoy con él de acuerdo; que me parece bien
la unión que traicionándonos contrae con la princesa;
que es cosa conveniente y está bien discurrida.
Pero le pediré que mis hijos se queden,
no porque en tierra hostil quiera dejarlos, sino
para a la hija del rey poder matar con dolor.
Pues les enviaré con dones en las manos
y, cuando el atavío se ponga, morirá
malamente y, con ella, quienquiera que la toque:
tales son los venenos con que ungiré el regalo.
Mas aquí a otro lenguaje paso y a gemir voy
por la terrible cosa que a continuación
haré: porque a mis hijos mataré, sin que nadie
pueda salvarlos ya (...)
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