viernes, 4 de diciembre de 2009

OCASO.


Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.

Yo me acostumbro a estar sin ti. ¿Lo entiendes?


Quiere decir, amor, que no amanece;

quiere decir que aprendo a abrir los ojos sin tu beso;

quiere decir que olvido, amor, que yo te olvido.


Como un morirse lento, implacable, a pedazos,

yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.

Y acostumbrarse es una cosa oscura,

es una cosa eterna, sin caminos,

como un caer caer en el vacío.


Yo me acostumbro amor, amor, yo me acostumbro.


Y un día y otro pasan,

Y un día triste no es un día sino un cortejo inmenso.

Y los días de tristeza ya no pueden decirse.

Y acostumbrarse es una palabra irremediable

que ojalá nunca sepas.


Una criatura tiene su tamaño,

tiene su borde estrecho, su medida.

Y ha de haber para todos la pequeña alegría,

esa mínima dicha que es un derecho humano.


Ser feliz, amor mío, es como el aire, el agua,

algo para la vida.


Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.


Lejos, tu mano corta el pan para otra boca.

Lejos, suenan tus pasos como yo sé que suenan.

Lejos, amor, muy lejos.

Y allí, donde mi angustia está sin ecos,

tú sonríes, tú eres,y no sabes, amor, con cuánta sangre,

con qué amarga paciencia

con cuánta fuerza para ahogar, yo olvido,

yo deshago mi sueño

y me acostumbro, amor, y me acostumbro.


Mirta Aguirre.

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